El 19 de abril twitteé "Tal vez esto me transforme". Fue premonitorio. 20 mujeres viajamos juntas al 32avo Encuentro Nacional de Mujeres en Chaco, para 18 de nosotras era nuestro primer Encuentro. Sabía que algo iba a cambiar, que algo ya estaba transformándose pero que en esa ciudad de resistencia de mujeres, de calles de confianza, reglas propias y sororidad, algo iba a pasarnos. Me fui con 70.000 aliadas nuevas.
Vi a todas las mujeres con las que viajé ser atravesadas de distintas formas. Vi a algunas romperse, reconstruirse, resguardarse, dejarse embestir. Todas llegamos a Chaco movidas por nuestro deseo. Es un viaje colectivo y personal.
Durante el Encuentro aprendí tres cosas, todas las dijeron otras mujeres: "nos toca pensar el amor", "tenemos que reconocer nuestro propio poder", "tenemos que reconocer nuestros propios privilegios en este grupo de mujeres". Una fue en el taller Mujeres y relaciones de pareja, otra en Mujeres, Poder y Política, otra en una cena en la peatonal de Resistencia.
Hace mucho no me pasaba que aprendía tanto de mí escuchando a otras.
Durante la marcha sostuve una bandera (y me tocó correr con ella), aprendí a pedir por causas que no son mías, entendí que hay muchas formas de manifestarse, alenté a mujeres a sumarse. Me sentí donde tenía que estar. Este es mi lugar, pensé.
Aplaudí por Chubut, por las mujeres, lesbianas, trans y travestis de la Patagonia. Me enteré esperando el avión que habían encontrado un cuerpo en el Río y salí corriendo a contarle a mis amigas. Me caí en el camino. Tengo la rodilla violeta. Tengo un cuerpo que me falta en mi país. Son las 18:30 del viernes 20 y edito este texto: es Santiago. Tengo un cuerpo menos en mi país.
Por las que no volvieron, porque queremos siempre más, volvemos al ENM el año próximo.
No puedo esperar a mi segundo Encuentro para ser parte del rito de la repetición, como un mantra de visibilización de nuestro deseo. Mientras, no veo otra tarea posible más que invitar nuevas mujeres a construir juntas este mundo feminista que imaginamos.
Gracias a quienes hace años se encuentran: algo habrán hecho.
Gracias Manifiesta, mujeres que nos damos voz y oportunidades. Por más relatos feministas en medios alternativos.
Belén Charpentier, Capital Federal, Buenos Aires.
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