9/10/17
Faltan unos días para irnos a Chaco, al Encuentro.
Llegó súper rápido; pensar que casi no voy. Pero me decidí, porque sé que es importante que vaya y además, si no, me iba a arrepentir.
Estoy súper nerviosa por un montón de motivos.
Primero que nada, el viaje de 14 horas! Nunca estuve tanto tiempo arriba de un micro.
Además están las miles de advertencias: "lleven protector solar", "no se olviden el repelente", "usen ropa clara", "hidratensé a todo momento".
Nunca sufrí demasiado el calor, pero tengo miedo de volverme tan susceptible a todo lo que me dicen y al segundo de llegar a Chaco; derretirme.
Otra de las cosas que me pone nerviosa es el tema policías.
Desde que asumió el nuevo gobierno que el nivel de violencia y persecución policial ha aumentado. Ya sabemos que no les gustan las minorías; y menos las que reclaman por sus derechos.
Tengo miedo de estar en el lugar equivocado en el momento equivocado.
Igual, al final de día y a pesar de todos mis miedos y preocupaciones, estoy tranquila y feliz porque sé que voy a estar contenida por un montón de mujeres. Sé que si me llego a perder o me pasa algo o lo que sea, va a haber una mujer al lado más que dispuesta a ayudarme.
Creo que lo que más expectante me tiene y lo que más me emociona, es la sororidad que va a haber en el aire.
Todavía no fui y ya sé que eso es lo que más me gustó del Encuentro.
17/10/17
Ya está, ya pasó.
Una de las primeras cosas que quiero resaltar es que ninguno de mis miedos se hicieron realidad.
No morí de calor, no me comieron bichos mutantes y la policía no me reprimió (de eso se encargaron otras personas).
Con mis amigas participamos de dos talleres: el de Mujeres Trabajadoras Sexuales y el de Mujer y la relación con su cuerpo.
Fue increíble lo distintas que fueron las dinámicas de cada uno.
El de las Trabajadoras Sexuales fue al aire libre (era tal la asistencia que el segundo día tuvimos que cortar la calle para que entráramos todas) fue muy emocionante; estuvo lleno de aplausos y cantos y llantos. Pero también hubo peleas y agresiones; incluso una trabajadora sexual recibió un golpe de una abolicionista.
El de la mujer y su cuerpo no fue lo que esperaba, pero de todas formas fue interesante. Era un espacio totalmente distinto; un aula fría, temprano en la mañana. Sólo tomábamos mate y escuchábamos lo que decían nuestras compañeras (a veces prestando más atención que en otros momentos).
Llegó el domingo a la noche: hora de marchar. Personalmente estaba ansiosa por este momento porque es un espacio en el que siento que puedo liberar positivamente todo lo que me duele, todo lo que me pesa, todo lo que me enoja. Pero no se dio; o al menos no como quería.
Esto fue porque viajé con una organización política con la cual no comparto muchas cosas y en su columna se cantaba mayormente sobre asuntos políticos que no estaban muy relacionados con el feminismo. De hecho, marchamos sólo una hora, hora y media y fuimos unas de las primeras en desconcentrar. No llegamos ni al final de la marcha; no llegamos al festival de cierre; nada.
A pesar de todo, disfruté mucho estando ahí, en Chaco, en el Encuentro. Era como una ciudad utópica en la que todas eramos buenas con todas; sin juicios, sin críticas, sin maldad. Puede que suene cursi pero realmente la sororidad estaba en el aire; se podía palpar.
Definitivamente, el año que viene voy a estar en Chubut. Desde el momento en que llegué a Chaco no dudé en que así sería.
Abajo el patriarcado que va a caer; arriba el feminismo que va a vencer.