#8M - Al calor de la revolución

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?#NosParamos #NosotrasParamos?


Como a lo largo de todo el país y el mundo, la ciudad que en 2016 supo ser sede del Encuentro Nacional de Mujeres se prepara para un nuevo #8M.

 

Al calor de la revolución: Rosario tuvo su primera asamblea de cara al Paro Internacional de Mujeres y desde allá nos lo cuenta Morena Pardo

 

Desde la puerta pareciera percibirse el movimiento y el instinto no falla. El ingreso al Centro Cultural La Toma (un supermercado recuperado por sus trabajadorxs y devenido espacio primordial de reunión para movimientos culturales y sociales, incluido el de mujeres) está plagado de pibas. Apenas pasaron unos minutos de las siete de la tarde, horario de encuentro estipulado en las redes para la primera asamblea organizativa de cara al Paro Internacional de Mujeres, y el rumor anticipa una convocatoria inusitada.

 

Al subir al amplio salón del primer piso que suele convocar las reuniones masivas del movimiento de mujeres rosarino (allí mismo se sucedieron las infinitas asambleas generales que le dieron forma al XXXI Encuentro Nacional de Mujeres en 2016), la sospecha se vuelve cuerpo. Cuerpos. Pibas por todos lados. A pesar de la térmica que asciende a 38 grados, la ronda ya ostenta doble fila de sentadas en sillas y en el piso y pronto habrá dos filas más de mujeres paradas. Sin necesidad de ratificar el cálculo, se cuentan unas 300.

 

Entre las militantes históricas y las que llevan algunos años de firmeza en el movimiento, se oscila entre la alegría, el asombro y la pregunta sobre cuándo fue la última vez que fuimos tantas. Pero no es solamente el número lo que motiva, sino una frase que se replica como mantra cuando empieza la ronda de presentaciones: ?Es la primera vez que vengo?. Algunas desde centros de estudiantes secundarios, otras desde organizaciones con recorrido que recién pueden sumarse, desde espacios nuevos o por conformarse. Muchas se presentan como independientes o autoconvocadas. Esto es cosa de todas.

 

La dinámica es la de siempre y se toman unos minutos para explicarla antes de arrancar: hay lista de oradoras y todo se decide por consenso. Para poder escucharse, se apagan los ventiladores y automáticamente se multiplican los abanicos improvisados con cualquier papel (aunque algunas astutas llevaron unos de verdad), dando lugar a una danza caprichosa de manos en movimiento. Cada toma de palabra se inicia con un saludo a la enorme asamblea y las intervenciones dejan rápidamente en claro los motivos de tal convocatoria: las circunstancias apremian y estar juntas, organizadas y movilizadas es urgente. No importa el calor, no importa que sea 22 de enero: acá estamos.

 

Mientras en el mundo se planean acciones coordinadas para dar lugar a un Paro Internacional aún más contudente que en 2017 (con adhesión de 54 países y consignas generales unificadas), en Argentina los golpes son cada vez más bajos y los derechos de las mujeres, sobre todo en tanto trabajadoras, se ven cada vez más vulnerados. Diciembre terminó con represión a las movilizaciones populares contra la reforma previsional. Enero empezó con más despidos en varios rubros. Lo que viene augura una reforma laboral que apunta a la precarización laboral y a la profundización de la feminización de la pobreza.

 

Los responsables y los enemigos están claros: el estado en todos sus niveles, y el gobierno nacional en todas sus representaciones. Los resultados electorales de octubre, que en Rosario (y Santa Fe) arrojaron un triunfo virulento de Cambiemos, dejaron un Concejo Municipal con mayoría amarilla y amenazan con disputar la intendencia que el socialismo viene sosteniendo de forma ininterrumpida por 28 años. Ellos serán los destinatarios principales de los mensajes que ya se empiezan a esbozar en el intercambio.

 

Las sucesivas intervenciones no hacen más que reforzar lo que parece una realidad innegable: este nuevo Día de las Mujeres Trabajadoras encuentra a las mujeres en condiciones laborales todavía más precarias que en 2017. Sin ir más lejos, en la primera semana del año, un ajuste en Radio Nacional dejó abruptamente a 17 trabajadorxs en la calle sin previo aviso: el único caso en Rosario corresponde a Lilian Alba, una compañera militante del movimiento y presente en el encuentro.

 

Entre las que llegan por primera vez a la asamblea, están las mujeres del cordón industrial de Rosario: un conjunto de localidades que se extienden al norte y al sur de la ciudad, sobre la costa del Paraná y que concentra gran parte de la actividad fabril de la zona. Desde Fray Luis Beltran, aparece el caso de lxs 35 trabajadorxs despedidxs a fin de año en la Fábrica de Armas, entre lxs que se cuentan cinco mujeres. Por otra parte, se remarca la necesidad de reclamar el resarcimiento a las compañeras de Telecom que fueron sancionadas económicamente (con un descuento de premios) tras adherirse al Paro del pasado 8M.

 

Reforzar el vínculo con los sindicatos será una tarea fundamental y se entiende que el contexto, la masividad, pero sobre todo la legitimidad política que ha sabido conseguir el movimiento de mujeres a fuerza de lucha, da lugar a un piso sólido sobre el cual enfrentarse y reclamarle hasta a los más burócratas de los sindicatos, conocidos núcleos duros del patriarcado. Hay derechos que son del orden de lo innegociable.

 

Mientras tanto, como si fuera poco, nos siguen matando. El recambio de año dejó cifras nefastas para Rosario y la región: tres femicidios se sucedieron en la ciudad, sumado a un quintuple femicidio vinculado en la ciudad de Santa Fe. Estos se sumaron a los 38 femicidios registrados en la provincia durante 2017, la cifra más alta en los últimos diez años: dieciséis de esos crímenes ocurrieron en Rosario, veintidós de las víctimas no superaban los 34 años de edad. Casi todas habían denunciado violencia de género. Se vuelve claro así que los mecanismos y las políticas públicas son insuficientes o están obsoletos.

 

Otro tema que mantiene en vilo al movimiento rosarino es la desaparición de Rosalía Daniela Jara, que tenía 19 años cuando fue vista por última vez el 1 de julio en Fortín Olmos, en el relegado norte de la provincia de Santa Fe. La violencia institucional tampoco da tregua y un caso reciente resuena rápido en la asamblea: a principios de enero, Mara (32 años) y su hija Damaris (16) fueron detenidas irregularmente y torturadas durante más de diez horas en la Comisaría 8va de Rosario, por filmar un operativo policial.

 

Las compañeras de la articulación internacional comentan las consignas generales que se vienen planteando para el Paro: basta de racismo, basta de militarismo y recuperación y defensa de los derechos sexuales y reproductivos. La traducción de esas grandes pancartas a los problemas que afectan al país y la región se articula en los intercambios.
Acá, entonces, se podrá exigir: basta de persecución al pueblo mapuche y todas las comunidades originarias; basta de represión del estado y de violencia policial contra nuestros cuerpos; basta de postergar el tratamiento de una Ley Provincial de Educación Sexual Integral (que el pasado diciembre fue bloqueado por una corporación evangelista), bastión de lucha del activo Frente por la ESI (conformado en el ENM de Rosario).

 

Además, se recuperarán las luchas históricas y las que encabezaron el anterior Paro: aborto legal, seguro y gratuito, visibilización y reconocimiento del trabajo doméstico como trabajo no remunerado, igualdad salarial y basta de violencias machistas.

 

El perfecto orden del círculo empieza a inquietarse cuando se acercan las nueve de la noche y la temperatura no baja ni un grado. Ante la inminencia del fin, es hora acordar una nueva cita: el próximo lunes 29 de enero habrá una próxima asamblea a las 19, nuevamente en La Toma. Inmediatamente antes, desde las 17 y en el mismo lugar, se reunirán todas las comisiones de trabajo.


 



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