Abuela,
soy la nieta de una bruja que no pudieron quemar.
Tamara Rovasio. para Manifiesta
Mi abuela. 80 años. Abortó dos veces. La primera vez que abortó fue en las peores condiciones. Lloraba del dolor, 3 horas de intervención con una cuchara. Si, literalmente una cuchara. Le pusieron una servilleta en la boca para que no gritara. 60 años después de ese aborto, lo sigue contando angustiada, recuerda ese dolor como si fuera ayer. La segunda vez que abortó, tenía plata. Lo pagó y abortó en una casa que quedaba en uno de los barrios más privilegiados de zona norte de Rosario. Mi abuela perdió todos sus ahorros en ese aborto, pero no quería pasar por el trauma que ya había pasado. Abortó con inyecciones y sin problemas. Al día de hoy no sabe que le inyectaron.
Mi abuela padeció en carne propia la experiencia de abortar siendo pobre y estar al borde de la muerte y abortar teniendo guita. Mi abuela tuvo suerte, pero sobrevivir a un aborto no tendría que ser una cuestión de suerte.
Volvió a buscar hijos cuando se sintió preparada y los tuvo sin ningún inconveniente. Hoy, 60 años después, mi abuela goza de salud, tiene hijos, nietos y bis nietos. Es muy feliz. Me dijo que nunca se había animado a contarlo por miedo, miedo a que la juzguen, a que le dijeran que era una mala madre. Cuando yo le comenté que militaba por el aborto legal, se animó a contarlo. No solo a mi, sino a toda nuestra familia.
La abrace fuerte. Sentí la sororidad.
Me lleno de orgullo y los ojos de lágrimas.
Desde ese día, mis convicciones se reafirmaron más que nunca. Mi abuela hace mucho tiempo pudo decidir sobre su cuerpo, mi abuela entendió desde siempre que es dueña de su cuerpo y que ella dispone de el. Mi abuela hizo ejercicio del derecho de planificación familiar. Y desde ese día, yo entendí que no solo lucho por mis derechos y por los derechos de las generaciones venideras, sino que también lucho por el dolor de las que lo padecieron, entre ellas, mi abuela. Desde que mi abuela pudo contarlo, la miro con más amor que el habitual, hoy es más referente que ayer, cada vez que salga a pedir por el aborto legal me voy a acordar de ella. Hoy tengo más razones para seguir reclamando lo que nos pertenece.
ABUELA, SOY LA NIETA DE UNA BRUJA QUE NO PUDIERON QUEMAR.