8M: Feminismo y confusión 

 

No, no vamos a andar con vueltas, hacemos política sin ingenuidades. Ayer en Plaza de Mayo nos encontramos más de 500 mil mujeres, lesbianas, travestis, trans y no binaries en una clara y contundente muestra del protagonismo político y cultural de los feminismos actuales. Incluso le regalamos unos descorches a Macri.
El sabor amargo que quedó de ayer no se va con los abrazos ni las birras que segura y merecidamente compartimos con las compañeras después de marchar otro #8M.
La imagen de las secundarias saltando por Avenida Callao al grito de "se va a caer" nos tracciona hacia adelante, también les mostras caminando cual pasarela por Avenida de Mayo, Lita Boitano en el escenario agitando los dedos de Victoria, Taty Almeida sosteniendo en alto la imagen de Milagro Sala la dirigente social tupaquera y primera presa política mujer y negra del macrismo. Pero permítannos subir la vara de la política en un año crucial para el futuro de nuestro país: ¿Qué vamos a hacer como feministas cuando el aborto sea inevitablemente Ley? ¿Cuál será la causa que permita mantener la unidad, el criterio mínimo de consensos respetados?

 

En el día de la mujer trabajadora, desde nuestra histórica Plaza de Mayo, se repudió a una Central Obrera que casualmente había llamado a paro. Apenas 24 horas antes, la foto del feminismo popular del día era la de una sindicalista feminista histórica de la CTA sentada en la cabecera de una mesa generalmente liderada por varones cis ¿Qué significaba esa mujer sentada ahí? la firma de un protocolo de prevención y acción en casos de discriminación, acoso y violencia de género. Qué lejos nos sentimos de "la revolución feminista" si a nuestras propias compañeras luego de años de dejar el cuerpo intentando feminizar la lucha sindical las exponemos y carneamos públicamente. Que papelón de feminismo ese que aliena pensándonos por fuera de la unión histórica de las y los obreros del país entero. Como si nosotras mismas no lo fuéramos. La lucha feminista de las mujeres dentro de los sindicatos a nosotras nos da orgullo.

 

La valla del escenario parecía ser el vértice que unía dos universos opuestos. Cuanta inmensidad en el gesto de esa señora que puso 100 pesos, quizás los últimos quizás los únicos que tenía, en una alcancía popular en medio de La Plaza en contraposición a la mezquindad de quienes, por ejemplo, descuidaron el ingreso al escenario de nuestras Madres y Abuelas en una noche donde se las hizo esperar entre viento y frío sin siquiera una silla que las contenga. "Este es un año de elecciones" es el mantra persistente entre ceja y ceja de todas aquellas que nos reconocemos parte del feminismo del campo popular. No estamos dispuestas a soportar un segundo más de macrismo porque entendemos que se lo debemos a nuestras compañeras que alojan en su cuerpo los extremos más crueles de la precarización. Algunas escenas sucedidas en el escenario de ayer a la vista de unas pocas personas y un abultado grupo de cronistas de medios de comunicación hegemónicos suena más a patriarcado comiéndonos los talones en épocas de vacas flacas y egos enormes que a la humildad, la ternura y la bravura con la que nosotras queremos construir un movimiento para todas y todes, un movimiento que gobierne. 

 

Los feminismos populares tenemos la responsabilidad histórica en este 2019 de abrazar a les que quedan afuera de la Plaza, les que no llegan, les que no pueden, les que nunca dirán que son lo mismo porque saben que la diferencia está en la olla llena para les pibes. A las cientos de miles de jóvenes que con la experiencia parlamentaria del debate por el aborto sintieron por primera vez la empatía por una desconocida. Por esas pibas y por todes nosotres tenemos que salir a disputar el poder de la realidad efectiva con responsabilidad afectiva. 
Una plaza llena es una realidad efectiva. Un documento de identidad que enuncia al lado del nombre "Lara Maria Bertolini" su identidad de "feminidad travesti" es una realidad efectiva. El trabajo puntilloso, barrial y embarrado de una compañera que no fue a la marcha pero se quedó dando la discusión con sus vecinas para ver cómo salvan a sus hijes del gatillo fácil es una realidad efectiva. Una ranchada en otra plaza que cerca pero sin multitud abraza y contiene a les compañeres que no pueden o no quieren marchar es además de una realidad efectiva una responsabilidad afectiva. Que cuerpos gordos, negros, travestis o trans tomen el micrófono es realidad efectiva. "Poner el cuerpo" tiene muchas formas, en el entrelazado de esas formas, somos. Este año se perdió el pudor de aparentar eso que dicen que es feminismo. Sin embargo, lo refundamos todos los días en la suma de inmensidades que sabemos ser, como solo un movimiento de masas puede. 

 

Por Cynthia Castoriano y Lía Ghara

 

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