El crepitar del cigarrillo fue el preámbulo al intenso palpitar de mi corazón en la puerta de la Universidad Nacional de Rosario. Era el día en que se anunciaría el cupo laboral travesti-trans "Alejandra González".
Un puñado de compañeras travestis se apiñaban en el pórtico. Esta vez la llovizna que tantas noches las había molestado parecía no importarles. Esta vez era distinto. Esta vez las que muchas veces oficiamos de familia putativa entre nosotras habíamos llegado con algo más que un grito sordo.
Miraba alrededor y veia la arenga, las lágrimas de les cumpas que nos acompañaron y que nos acompañan a todos lados, como el Ateneo J.W. Cooke, La Masotta y Soledad Cottone, Decana de la Facultad de Psicología, siendo el espaldarazo que impulsó este nuevo logro.
El amor fue el motor de este proyecto. Que lleve el nombre de Ella que es amor no es casualidad, como nada suele serlo en la vida de una travesti. La lucha como bandera y el cuerpo como trinchera nos trajo hasta acá. El cupo entre nosotras: punta de lanza que oficia de esperanza para un futuro.
Escribir la palabra futuro y no esbozar un gesto de asombro me es imposible, pensarnos mañana y para las que vienen es nuestra gran tarea y hoy se logró.
El sabor agridulce de esta conquista tiene dos aristas: primero, saber que el cupo no debería existir porque acaso según la santa declaración de los pakis derechos humanos o cualquier fanfarria constitucional, ¿no somos ciudadanas? ¿No somos sujetas de derechos? ¿No somos humanas? Y segundo la sensación de una victoria pírrica donde cada logro lleva el nombre de una muerta nuestra, cercana.
Existe un devenir de la militancia que decanta en este y en tantos logros que se han conquistado a fuerza de poner el cuerpo que es arma y trinchera en nuestro caso. Cuerpos que ahora importan, cuerpos que tendrán el vivir digno que durante años le han negado por un empecinamiento mezquino de no habilitar un sentir diferente.
El cupo establece un 5% mínimo de ingreso de personas travestis-trans anualmente en la UNR, y parece ser solo una de las tantas cifras en las que nos han incluído, pero esta es distinta, esta es por nosotras y para nosotras. Implica una carga emocional que le ha dado a la lucha cuerpo a cuerpo un sentido literal, desde las razzias en la primavera democrática con edictos y ordenanzas que limitaban nuestra existencia a un cuarto o a la comisaría hasta la muerte silente e invisibilizada de cada una de las que nos precedieron en la lucha.
Las travestis-trans somos huérfanas por partida doble, somos hijas y huérfanas de los heteros y también del Estado. Pero no hoy, hoy el Rector dijo: "estamos acá dijo para saldar una deuda", una que nos quita las ganas de pedir venganza y nos invita a ser parte de un entramado que empieza a abrazar con nosotras adentro.
Hoy Ella, hoy nosotras, hoy las que nos están y cargamos en la voz de toda marcha y reclamo.
Y que retumbe hasta lo más recóndito de la tierra que todo lo encubrió, y que se multiplique como nuestros sueños de llegar a viejas, que no es poco y si no es para nosotras que sea para las que se gestan en nuestras guarderías de purpurina y que levante vuelo una vez nacida sin el peso del odio de una sociedad que a las anteriores las mató por sólo ser mariposas.
Dejo el salón sur del Rectorado y me prendo un cigarrillo mientras la imagen de La Ale moviendo el pelo e impostando una tocecita para que la voz se le aclare se me viene a la cabeza y me digo en voz baja por si las moscas y los psiquiatras de antaño: ¡Gracias Flaca!
Morena García.
Travesti, militante peronista. Integrante de Comunidad Trans y de la Casa de las Locas. Integrante del Programa TransFormar dentro del Área de Internacionalización de la UNR.